Una mala y una buena.
La mala – No podés controlar la mayoría de las cosas que te suceden.
La buena – Sí podés controlar cómo respondés ante cada una de ellas.
Ganás poder cuando te das cuenta de que (1) lo que está bajo tu control y (2) lo que NO está bajo tu control, compiten por tu atención cada momento de tu finita vida.
Y, sobre todo, ganás poder cuando aprendés a separar ambas cosas y centrarte en lo que sí está bajo tu control.
Círculo de Atención
Digamos que en este Círculo de Atención está todo eso a lo que le dedicás tiempo y energía. Por lo que el interior podemos dividirlo en:
- Un Círculo de Control donde está todo eso que podés controlar y le estás dedicando tiempo y energía.
- El resto de espacio donde está todo Lo que no podés controlar, e igualmente le dedicas tiempo y energía..
¿Más (+) tiempo y energía y dedicados a cosas que no podés controlar? Menos (-) tiempo y energía disponibles para las cosas que SÍ podés controlar.
Y viceversa.
La vida me suele recordar bastante rápido esta lección, cada vez que la olvido – y probablemente sea la de mayor impacto en mi bienestar subjetivo:
Dedicar atención/energía a lo que no podés controlar, es inútil.
Es inútil porque, por definición, no podés hacer nada.
Que esté “fuera de tu control” significa eso, que no hay nada que puedas hacer.
Y no sólo es inútil, sino que también es contraproducente.
Porque, de nuevo, todo el foco que dedicás a cosas que NO están bajo tu control es energía que no estás dedicando a cosas que SÍ están bajo tu control.
El objetivo es que el círculo de control sea igual al círculo de atención. En otras palabras: que dediques toda tu atención y energía en cosas que podés controlar.
Se trata de apagar el ruido.
O reducirlo lo máximo posible.
Así es como ganás claridad, así es como simplificás y quitás fricción a tu proyecto.
Acá van ejemplos importantes de ruido, y cosas que no están bajo tu control:
13 cosas que no están bajo tu control
- Tu pasado: lo que hiciste hace 1 mes, lo que hiciste hace 1 día, lo que hiciste hace 1 segundo.
- Tu futuro: todavía no llegó.
- El tiempo.
- Lo que otros hacen o no hacen.
- Lo que otros dicen o no dicen.
- La manera en que te hablan.
- La opinión de los demás sobre vos.
- El apoyo externo que recibas o no.
- Las relaciones de los demás entre ellos.
- El contenido de las conversaciones que tienen lugar cuando no estás.
- Si te mienten o te dicen la verdad.
- Si te responden o no.
- Si otros cumplen sus promesas o no.
En fin, seguro te das una idea de por dónde voy: eventos externos.
Son cartas que tocan, o los demás jugando sus cartas.
Y acá van otras que aprendí sí están bajo mi control:
13 cosas que sí están bajo tu control
- Tu presente.
- Lo que hacés y lo que no hacés
- Lo que decís y lo que no decís.
- Quién entra a tu círculo íntimo, y quién no.
- Si te rendís o seguís jugando.
- La comida que ponés en tu boca (no sos un bebé).
- Tu nivel de esfuerzo.
- Si empezás una discusión cuando alguien te ataca.
- Si seguir discutiendo cuando estás en una discusión.
- La hora a la que te despertás y la hora a la que te vas a dormir.
- Si quedarte o irte de un lugar.
- Si mentís o decís la verdad.
- Si tomás el riesgo o no.
Es cómo jugás las cartas.
Es tu reacción a las circunstancias.
La Libertad de Elegir: entre Estímulo y Respuesta
Van a pasar cosas, y muchas no te van a gustar:
- Tus juguetes se van a romper.
- Alguien importante te va a traicionar.
- Te vas a lesionar y/o enfermar.
- Seres queridos van a morir.
Todos estos son ejemplos de estímulos, es decir, eventos externos que simplemente suceden.
Y lo único que realmente importa es tu respuesta a esos estímulos.
Pero te va a servir de ayuda esta frase de una persona que lidió con circunstancias probablemente bastante peores que las tuyas:
“Entre estímulo y respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta radica nuestro crecimiento y nuestra libertad.” Victor Frankl
En ese espacio podés definir (de la forma más específica posible) la situación que estás enfrentando y darte cuenta de qué aspectos están realmente bajo tu control.
Te sorprendería cómo una misma situación con reacciones diferentes pueden llevarte a situaciones diferentes.
Digamos que en tu empresa deciden reducir personal y te despiden. Miremos dos reacciones opuestas:
Respuesta Reactiva | Respuesta Proactiva |
1- No aceptás la situación, te dejás llevar por tus emociones ante la mala noticia y salís de la empresa de mala manera dañando tu reputación. 2- Dedicás las siguientes semanas a lamentarte constantemente, le decís a todo tu círculo lo injusta que es tu situación. 3- No buscás activamente nuevas oportunidades, revisás ofertas de empleo esporádicamente pero no aplicás bien y echás la culpa a que “el mercado laboral está mal”. | 1- Aceptás la situación, demostrás madurez y profesionalismo detallando las razones por las que estás agradecido de haber trabajado con ellos. 2- Empezás a hacer formaciones que puedan mejorar tu perfil y prepararte mejor para el próximo trabajo. 3- Actualizás tu curriculum y aplicás a 10 trabajos por día. Personalizando la solicitud para cada empresa y contactando con personas que trabajan ahí. |
Ser proactivo y centrarte en lo que podés controlar no te garantiza el éxito. Pero no serlo te garantiza el fracaso.
Acordate del espacio.
Entre estímulo y respuesta.
Espacio que te sirve para:
- Sacar un papel.
- Reflexionar sobre tu situación actual.
- Listar lo que podés controlar y lo que no.
- Centrarte en lo que podés controlar.
Describir tu situación en papel ayuda a tu cerebro a liberar espacio mental y que la situación se vuelva más “obvia” o “explícita”.
No podés controlar la mayoría de las cosas que te suceden, pero sí podés controlar cómo respondés ante cada una de ellas. Y cuando te das cuenta de esto, dejás de quejarte sobre la dirección de la corriente y agarrás el timón.
Agarrá el timón.
– Nico
Pd: “Hay más cosas que pueden asustarnos, de las que pueden aplastarnos. Sufrimos más en nuestra imaginación que en la realidad” – Séneca