Siempre me gustó mucho optimizar mi rutina. Sobre todo esas pequeñas acciones que, repetidas suficientes veces, aumentan las chances de alcanzar el resultado que estás buscando:
- Priorizar activamente las horas de sueño. (optimizar el descanso)
- Desconectar redes/notificaciones hasta el mediodía. (optimizar la concentración)
- Comer suficientes proteínas según el nivel de masa muscular objetivo. (optimizar la alimentación)
Pero, muchas veces, el hecho de no llegar a “optimizar” todo lo que quería, me generaba frustración. Y si termino frustrado, todo este proceso de “optimización” termina perjudicándome más de lo que me ayuda. No bueno.
Por esto creo que es muy valioso tener presente que:
Hay momentos para optimizar. Y hay momentos para maximizar.
A veces, simplemente, hay que empujar, hay que hacer que las cosas sucedan.
Hay momentos en que las condiciones son las que son:
- Recibiste una mala noticia.
- Algo que comiste te cayó mal.
- La noche anterior dormiste muy mal.
La vida está llena de imprevistos.
A veces tu 40% es tu 100%, es todo lo que tenés.
Y para estos momentos, un cambio de perspectiva que me encontré y quiero compartirte:
De los 365 días del año ¿Cómo crees que van a ser el 10% peor de esos días? Probablemente bastante malos ¿no?
¿Cuánto días al año son ese 10%? Son 36 días al año! son 3 al mes! es 1 de cada 10 días! Casi 1 a la semana!
A lo mejor no tenés que cambiar nada. A lo mejor es uno de esos días malos, todos los tenemos. A lo mejor tu plan es bueno y simplemente tenés que mejorar tu tolerancia a los días de mierda, a ese 10% inferior de días.
Es importante darnos cuenta de que no todo necesita ser arreglado u optimizado.
Muy importante.
Optimización Prematura
Incluso dejando los días malos de lado, no hace falta optimizar todo.
Definamos “optimizar”, que es importante darle significado a las palabras: buscar la mejor manera de hacer una actividad.
La optimización en sí siempre es deseable en un proceso ya establecido (en un producto final), pero intentar optimizar antes de comprender completamente cómo es el proceso y sus detalles, es una receta perfecta para perder tiempo y energía.
Intentar ser eficiente antes de tener experiencia no tiene sentido. Sólo ralentiza tu proceso de aprendizaje. Es como debatir sobre cuál es la mejor manera de hacer algo antes de que alguien del equipo lo haya hecho. No podés mejorar u optimizar algo que no existe.
Una cosa es ejectuar con cabeza basándote en lo que sabés – y otra cosa es obstaculizar el proceso poniendo condiciones sin ninguna evidencia que las respalde.
De hecho, buscar la manera más óptima demasiado temprano puede afectar el hecho de que realmente funcione eso que querés hacer.
- Primero funciona y produce un resultado.
- Segundo se itera y optimiza.
Aprender haciendo es la manera.
Y dejar las mejoras incrementales para realizarlas durante el proceso a medida que ganás experiencia y exposición.
Perdemos mucho tiempo tratando de descubrir cómo «optimizar» todo.
Y, al final, no deja de ser procrastinación, disfrazada de productividad.
Cuanto más rápido afrontás el trabajo, más rápido se hace.
Perdés más vida intentando optimizar todo que viviéndola.
– Nico